La ventas y la seducción son parecidos, en el sentido que todos nos vendemos, en distintos grados, algunos como bienes de lujo, “sólo para entendidos”, chiche, joya, nunca taxi, y otros como en Todox$2, pero venderse, nos vendemos todos, inclusive los que asumimos la postura de salir con los tapones de punta con el “mejor solo que mal acompañado”.
Lo que observo es que las mujeres, aún en esta época de mayor desenfado, más audacia y atrevimiento, siguen adoptando más bien un estilo de seducción tipo “local”. Es decir, ponen el local, lo decoran y esperan a que los clientes vayan a visitarlo y con un poco de suerte tal vez compren.
El tema es que por más bien que decoren el local, armen una linda vidriera, los clientes no siempre vienen, por cuestiones del tipo de producto, porque desconocen que hay un local en esa zona, porque otros clientes ya les avisaron que “ojo que te vende gato por liebre” o los que vienen no son exactamente los que quiere la vendedora porque algunos regatean o quieren pagar en cómodas cuotas, otros buscan algo parecido pero con más chiches o más nuevo, y para colmo, todos los compradores saben que en épocas de malaria, cuando las ventas son bajas, las localistas comienzan a desesperarse y empiezan a aparecer los carteles de “OFERTA”. Algunas tratan de venderse via Mercado Libre, pero les cuesta, porque la ventaja de la postura de “local” es que no se exponen tanto al rechazo, porque la persona que entra a un local, por lo general ya entra con ganas de comprar algo. Lo más probable que suceda es que si ve algo que le guste y esté a su alcance, lo compre.
Los hombres en cambio siguen en gran medida, asumiendo el rol de “vendedor ambulante”. Van de puerta en puerta ofreciendo sus productos, esperando que alguien los atienda y con su “speech de ventas” intentar en breves segundos despertar el interés de la potencial compradora. Por lo general como el producto es el mismo, el speech también. Cada tanto lo aggiornan, o le hacen un par de retoques al producto, pero su estrategia de ventas es básicamente: Cada No me acerca a un Tal Vez y hasta a un posible Sí. Los motiva saber que para “cada roto hay un descocido”. Que es sólo cuestión de tiempo, paciencia y esfuerzo.
El tema es que casi los vendedores ambulantes no gozan de mucha confianza, porque los productos rara vez son confiables y no cuentan con ninguna garantía. Es más, ni factura tienen. Cada tanto, puede ser que aparezca un vendedor ambulante que quiera armar una cartera de clientes en la zona, que prefiera la lealtad y regularidad a tener que salir a buscar clientes nuevos todos los días. Los hay, y no son tan pocos. Además, es muy agotador, hasta para el vendedor más experimentado, exponerse al rechazo regular. Hay que tener una autoestima muy grande para poder salir todos los días y ser tratado como alguien “molesto”, pero que tal vez tenga algo bueno para ofrecer.
Algunos hombres, los que tienen más pinta y billetera, montan un local, generalmente onda “restó VIP, joyerías, peluquerías, etc.”. Estos son los que generalmente despiertan la envidia de todos los demás varones, porque tienen todas las cartas a su favor. Tienen que ser muy pero muy pelotudos para no poder seducir una mujer, y aún así, como ya dije antes como “para todo roto hay un descocido” casi nunca se quedan con la cama vacía.